Cuando abrí la puerta de casa, transpirada a pesar del frío porque el sol en el cementerio había sido poco empático con mi dolor, la encontré sentada en el sillón como si me hubiera estado esperando toda la tarde. Me quedé quieta, pasmada. Me dijo: «Cerrá que se te van a escapar los gatos». Los gatos, sentados uno al lado del otro, la miraban atentos y mudos, ni siquiera habían venido a recibirme como es su costumbre. Pero yo cerré con la verdadera intención de aprovechar el giro a la puerta para dejar de mirarla; imaginaba la posibilidad de que, al volver mi cabeza, ella ya no estuviera. No es que no me gustara verla, justo después de haberme despedido para siempre, pero me asustaba la posibilidad franca de la esquizofrenia o, peor, de estar muerta. Quizás había tenido un accidente en la Panamericana, o alguna muerte súbita que aún mi alma no lograba asimilar, y por eso me la mandaban a ella, que recién cruzaba al otro lado, para darme la noticia.

—Hola, hija —me dijo.
—¿Estoy muerta?
—No, vos no. Yo morí, Lili.

Le dije que ya sabía, venía de su entierro, pero ¿cómo podía ser que…?

—No tengo la menor idea. De repente estaba acá y sabía que estabas por venir.

Le pregunté si había llegado a ver algo del otro lado.

—Muy poco —me respondió como desencantada, y supe que mejor no preguntarle.

Se puso de pie y fui a abrazarla. Fue un abrazo fuerte, de los que duelen un poco pero que una aguantaría que dolieran todavía más. Nada raro en ese cuerpo que no podía ser el que ahora estaba bajo tierra en Pilar. Sentí la misma robustez, el mismo olor, el mismo tacto en el saquito de lana azul que ella se había tejido y que usaba los domingos para ir a misa. Le dije que iba a llamar a mi papá y mis hermanos, pero me dijo que no. Que ella no sabía nada, excepto que era conmigo.

—Conmigo, ¿qué?

—Con vos. —Y levantó los hombros tan desconcertada como yo.

Contratapa

¿Qué harías si, al día siguiente de morir tu mamá, te la encontraras esperándote en tu casa? ¿Qué harías si empieza a convivir con vos y lo que menos parece es muerta? Eso es lo que le pasa a Lili, la protagonista de esta novela.

Con una premisa atípica, que no cae en el golpe bajo ni el sentimentalismo, la autora construye esta relación madre-hija y nos confronta con nuestros propios fantasmas, con los que tenemos que lidiar incluso después de la muerte.

Portada extendida

Sobre la autora

Camila Maurer nació en Buenos Aires, en 1980. Es guionista y narradora. Escribió los guiones de Hugo, Haciendo escenas y  Tutorial cómo amar a Marta. También escribió la obra de teatro Diana Regresa y publicó dos cuentos en la revista Orsai digital. Esta es su primera novela.

Sobre esta colección

Los libros de la Colección Ligera tienen tramas ágiles e historias que mantienen el ritmo y logran atrapar hasta la última página. Los personajes son cercanos y muestran que en lo cotidiano está siempre la semilla de lo extraordinario. El lector es absorbido por la trama en el momento preciso en el que la vida del protagonista cambia y toma un rumbo inesperado a partir de un acontecimiento puntual.

Audiolibro

En Orsai hacemos algo que no vas a encontrar en ninguna editorial del circuito tradicional: todos los libros que integran la Colección Ligera tienen su versión en audio, completamente gratuita.

Los usuarios registrados en Orsai pueden escuchar esta historia en la voz de Eliana Gamba (Buenos Aires, 1991). Se recibió de Locutora Integral de Radio y TV por el ISER. Trabajó en las series Academia de vampiros, Pretty Little Liars y Teachers; en el documental Instinto diabólico y en varios reality shows. Además es locutora comercial y actriz de voz.