Odio a la gente que hace teatro, son todos una mierda. Y lo sé bien, porque soy uno de ellos. Vos también, Julieta. Es verdad que generalizo, pero si hiciéramos un cálculo de cuántas personas en nuestro rubro merecen el calificativo de insoportables o estúpidas, lo más probable es que el número esté por arriba del noventa y ocho por ciento, eso habilita a decir «todos». Lo escribo y pienso que esa estadística quizá sea aplicable a la raza humana. Ojo, no me indulto de esa etiqueta: también soy infumable. Pero la que importa acá sos vos. Lo que voy a contar pasó porque te iba a ver y, al enterarme, me hice el boludo. Como en muchos episodios indeseables de mi vida, termino lastimado por ser deshonesto conmigo mismo. Ante algo que me inquieta, mi intuición enciende una luz roja avisándome que tenga cuidado, pero mi neurosis se despierta con máscara de pobrecita y susurra: «No seas así, malpensado, ¿por qué sos tan negativo?». Esa voz con aires de sabiduría me invita a la autodestrucción; entonces inauguro ese vínculo que no conviene, agarro ese trabajo que odio, compro esa remera que me va a hacer sentir feo. Tuve la alerta y la desoí cuando Alejandro llamó ese martes de abril, debían ser las once y media de la noche.
—Dani, estoy armando un festival de teatro, acá en Córdoba. Para septiembre. Quiero que vengas con el unipersonal —dijo.
Ni siquiera saludó. Le dije que no, tenía que suspender mis clases y eso significaba perder una parte de las cuotas de los alumnos. Además, habían pasado tres años desde la última función del unipersonal, y odiaba reestrenar espectáculos después de cierto tiempo. Lo sentía como reciclar una bicicleta olvidada a la intemperie: cuando te subís anda, pero está rota, oxidada y con las llantas comidas por las ratas.
Contratapa
«Odio a la gente que hace teatro, son todos una mierda», dice en esta novela Daniel, un actor cuarentón en decadencia, que viaja a Córdoba para participar de un festival de teatro. En esta novela el pasado se entrelaza con el presente, y nos muestra cómo antiguos amantes y compañeros de conservatorio se vuelven a juntar después de veinte años. Allí, los personajes asumen nuevos roles y la historia se reescribe con el peso de los años vividos y las sorpresas que les traerá el encuentro.
Portada extendida
Sobre el autor
Carlos La Casa nació en Buenos Aires en 1981. Es actor, escritor y director. Ganó varios premios en teatro y escribió, junto a Daniel Cúparo, Sucursal, la obra ganadora del Premio Orsai para teatro. En narrativa, ganó el Concurso de Cuento Inédito de la Feria del Libro y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz del Estado de México por Evita replicada, novela que también resultó finalista del Premio Clarín en 2015 y 2017.
Sobre la colección
Los libros de la Colección Ligera tienen tramas ágiles e historias que mantienen el ritmo y logran atrapar hasta la última página. Los personajes son cercanos y muestran que en lo cotidiano está siempre la semilla de lo extraordinario. El lector es absorbido por la trama en el momento preciso en el que la vida del protagonista cambia y toma un rumbo inesperado a partir de un acontecimiento puntual.
Audiolibro
En Orsai hacemos algo que no vas a encontrar en ninguna editorial del circuito tradicional: todos los libros que integran la Colección Ligera tienen su versión en audio, completamente gratuita.
Los usuarios registrados a Orsai pueden escuchar esta historia en la voz de Matías Leiva. Es locutor y actor de voz. Trabaja en Radio One 103.7, Radio 10 y es conductor en el programa Décadas de música.